Category: Tulancingo lector

En la naciente entidad de Hidalgo, hubo desaparición de poderes

Cuarta y última parte

En esta edición 17 de Tulancingo Lector, y cuarta entrega sobre el 154 aniversario de la erección de Hidalgo, hablaremos sobre los primeros años de vida del Estado se desarrollaron en un ambiente francamente difícil, debido a diversos levantamientos indígenas en lugares como San Bartolo Tutotepec, refiere el cronista vitalicio de Hidalgo, Juan Manuel Méndez Llaguno en su libro “Hidalgo, historia de una tierra que se renueva”.
En aquel entonces estaban encabezados en este municipio por Laureano Islas y cita el autor que se apoderaban el mismo 16 de enero de 1869 de las instalaciones de la hacienda de Vaquerías y exigieron la devolución de sus tierras.
Un mes más tarde, el gobernador Juan C. Doria al frente de un grupo de ciudadanos, “traba un cruento combate en La Rabia, sitio ubicado en las goteras de la Ciudad de Pachuca, donde derrota a La Gavilla que comandaban los bandoleros”…
Pocos días después, a principios del mes de marzo fue aprehendido el plagiario del sacerdote Miguel Reyes, cura de Tolcayuca, un italiano de nombre Pedro Fabregat, cita el ejemplar: “el plagiario fue condenado a muerte, pero el Congreso del Estado le conmutó la pena por 10 años de trabajos forzosos”.
Para el 24 de noviembre de 1869, asevera el historiador, Fabregat se fuga de la prisión y días más tarde vuelve nuevamente a las andadas pero ahora con el apoyo de Manuel Domínguez apodado “El Comunista” en compañía de quien toma Pachuca la madrugada del 8 de marzo de 1870, obligando al gobernador Antonino Tagle a refugiarse en el edificio de la antigua Caja Real, pues las tropas que defendían la plaza se unieron a los asaltantes.
En el libro de dónde se extrae esta información “Hidalgo, historia de una tierra que se renueva” el cual se encuentra en las ocho bibliotecas de Tulancingo, se puede leer además que el 25 de enero de 1870 Fabregat es derrotado en la Hacienda de Apulco y reaprehendido ese mismo día en la Hacienda San Antonio Regla. Condenado a muerte y fusilado en Pachuca, el 27 de marzo de ese mismo año.

Añade el escritor que: Para combatir la inseguridad, el presidente Juárez instituyó la policía rural, asignando a Hidalgo los cuerpos sexto con el cuartel en Tulancingo y que desde 1868 estuvo a cargo de Fidencio Villagrán y el séptimo en la región de Tula, bajo las órdenes del coronel Francisco Loaiza.


El ambiente político en la naciente entidad de Hidalgo se enrareció aun más cuando el gobernador Tagle, apoyó abiertamente en 1870 la candidatura de don Sebastián Lerdo de Tejada a la presidencia de la República; el cronista refiere en su obra, que resultó reelecto don Benito Juárez y ello propició que Tagle fuera hostigado y más tarde con el pretexto de combatir la creciente inseguridad, destituido al declararse la entidad en “estado de sitio” y decretarse la desaparición de poderes, se designó como gobernador interino al licenciado Francisco de Asís Osorio quien hasta entonces se había desempeñado como presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado…
¿Quiere saber más, acerca de la historia de la creación del Estado de Hidalgo? puede acercarse a las ocho Bibliotecas de Tulancingo.

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Hidalgo quedó conformado por 11 distritos donde vivían poco más de 400 mil personas

El territorio comprendía casi 21 mil kilómetros cuadrados
(Tercera parte)

En esta edición 16 de Tulancingo Lector, relacionada con la creación del Estado de Hidalgo, te seguiremos platicando sobre algunos temas que pueden leerse en el libro: Canto de Sol, Hidalgo, Tierra, historia y gente.
En este ejemplar, se cita que el presidente Benito Juárez nombró al coronel Juan Crisóstomo Doria, como gobernador provisional de Hidalgo.

Juan C. Doria
Juan C. Doria

Fue un 27 de enero cuando este personaje llegó a Pachuca, convirtiéndose esta ciudad, en la capital del nuevo estado. Desde ese día y hasta el 27 de mayo, organizó las instituciones fundamentales del gobierno.
Las primeras elecciones para gobernador constitucional y para diputados se realizaron el 2 de mayo, puntualiza el libro.
En ellas, resultó triunfador Antonino Tagle, quien tomó posesión el 28 de mayo. “El 16 de mayo de 1869 se instaló el primer Congreso Constitucional que además era Constituyente; estaba integrado por once diputados y exactamente un año después se expidió la primera constitución política”.
Continúa: “El proceso concluyó con la integración del primer Tribunal Superior de Justicia; los magistrados asumieron su cargo el 15 de julio y el gobernador Tagle terminó su administración el 31 de marzo de 1873 y lo sustituyó Justino Fernández”.

Antonio Tagle

Hidalgo quedó conformado por 11 distritos donde vivían 404 mil 207 personas, en un territorio de casi 21 mil kilómetros cuadrados; los límites precisos fueron fijándose paulatinamente.
En materia educativa, a principios de 1869 sólo se atendía la educación elemental en 160 escuelas del estado. El 3 de marzo se inauguró en Pachuca el Instituto Literario y Escuela de Artes y Oficios encargado de la educación secundaria, que era previa a la profesional y abarcaba lo que hoy conocemos como secundaria y preparatoria; sus estudios duraban cinco años, cita el ejemplar bibliográfico.
Las vías de comunicación en la mayor parte de los poblados eran deficientes; de hecho, según el libro, había bandoleros que asaltaban a las personas en los caminos; y secuestraban en las ciudades.
En resumen, subraya el título, el nivel de vida de los hidalguenses era muy bajo por la falta de servicios, de infraestructura y de oportunidades de desarrollo. Sin embargo, la actividad fundamental de Pachuca y Zimapán fue la minería que producía plata, hierro, cobre y plomo.

Y se agrega en el libro de texto que “La hacienda era la típica unidad de producción de granos y cría de ganado. Había 176 haciendas, la mayoría de los distritos de Tulancingo, Huichapan, Apan, Tula y Pachuca”.
Se sembraba principalmente maíz, frijol, alverjón, garbanzo, haba y cebada. La Sierra se destacaba por su riqueza forestal, finaliza el tema sobre lo que pasaba en 1869 en tierra hidalguense.

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Desde 1861 se perfilaron los límites de una nueva entidad, con el nombre de Hidalgo

El Decreto fue dado por el Congreso de la Unión el 15 de enero de 1869 y promulgado el 16 de enero por el presidente Benito Juárez. (Segunda parte)

Siguiendo con el tema sobre la historia de la creación de Hidalgo, en esta edición 15 de Tulancingo Lector, hablaremos de varios datos que se muestran en el libro “Canto de Sol, Hidalgo, Tierra, historia y gente”.
Encontramos aportaciones interesantes, comenzando con “las quejas de Justino Fernández, José Luis Revilla y Alejandro Garrido quienes eran diputados al Congreso de la Unión”; estos hombres resaltaron algo que marcaría la pauta para la emancipación; había un abandono del gobierno de Toluca, capital del Estado de México, hacia, principalmente, los territorios del norte de ese estado.
Se comenta que la lejanía, era una de las causas principales de la falta de servicios y seguridad para la gente que vivía en estas zonas.
Además, cita este libro de texto, publicado en 2007 por el Gobierno del Estado, que la formación del Segundo Distrito Militar como defensa contra los franceses no era nuevo, sino que desde 1861 perfiló los límites de una nueva entidad, con el nombre de Hidalgo.
Agrega que con el triunfo republicano sobre el Imperio favoreció el trabajo de Don Manuel Fernando Soto, quien era originario de Tulancingo y que se distinguió en la política por sus ideales liberales, aunado a ser un gran defensor constante de la libertad de enseñanza, Constituyente del 57 y Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Él evidenció, mediante un discurso pronunciado durante la sesión del 1 de diciembre de 1868, las condiciones que señalaban la Constitución para la creación de nuevas entidades y que éstas se encontraban cubiertas. Así que el Congreso emitió el decreto del presidente Benito Juárez, lo promulgó el 16 de enero de 1869.

Manuel Fernando Soto

Decreto de creación del estado de Hidalgo

El Decreto fue dado por el Congreso de la Unión el 15 de enero de 1869 y promulgado el 16 de enero por el presidente Benito Juárez. El ministro de gobernación José María Iglesias lo envió al gobernador del Estado de México Antonio Zimbrón y éste lo firmó el 20 de enero.

Benito Juárez, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, a sus habitantes, sabed:
Que el Congreso de la Unión ha tenido a bien expedir el decreto siguiente:
El Congreso de la Unión, habiendo observado las prevenciones de la fracción III del artículo 27 de la Constitución, decreta:
Artículo único: Queda definitivamente erigido el nuevo Estado de la Federación con el nombre de Hidalgo, la porción del territorio del antiguo Estado de México, comprendida en los distritos de Actopan, Apan, Huascazaloya, Huejutla, Huichapan, Pachuca, Tula, Tulancingo, Ixmiquilpan, Zacualtipán y Zimapán, que formaron el Segundo Distrito Militar, creado por decreto el 7 de junio de 1862.

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​Rumbo a la erección del Estado de Hidalgo; los trabajos previos para su consolidación

La participación del tulancinguense Manuel F. Soto fue crucial
Primera parte

Mucho puede decirse de la erección del Estado de Hidalgo, desde los antecedentes, el durante y el después.

Varios autores han hablado de este importante hecho, que se consolidó un 16 de enero de 1869. En este 2023, serán 154 años en que este territorio se creó como una entidad fuerte y próspera, y de la que se ha investigado en gran medida.

El cronista vitalicio, Juan Manuel Menes Llaguno en su obra “Hidalgo, historia de una tierra que se renueva”, -libro que se encuentra en las ocho bibliotecas de Tulancingo-, plasmó, varios tópicos sobre este territorio, y no soslayó ningún aspecto. Hay un apartado titulado: “En camino al nacimiento del Estado de Hidalgo” en el que narra, en la página 271 que “Las gestiones iniciadas ante el Congreso de la Unión en 1861 para elegir el nuevo estado, interrumpidas, por la Intervención y el Imperio en noviembre de 1862, se reanudaron tan pronto se consolidó el triunfo de la República a mediados de 1867”.

Y agrega que fueron los diputados Manuel Fernando Soto (nacido en Tulancingo un 5 de julio de 1825), Antonino Tagle, Manuel T. Andrade, Cipriano Robert, Protasio Tagle, Gabriel Mancera, José Luis Revilla y Justino Fernández quienes encabezaron los trabajos.

El autor señala que en una primera etapa, los ayuntamientos que deseaban formar parte de la nueva entidad manifestaron al Congreso de la Unión, entre el 2 de julio y el 19 de agosto de 1867 su resistencia a continuar siendo parte del Estado de México. Por lo anterior, solicitaron subsistiera la división que los comprendía dentro del segundo distrito militar, mientras se aprobaba la erección de Hidalgo.

Legislatura federal de 1867

En su obra, Menes Llaguno refiere, que en una segunda fase se logró que “el Congreso del Estado de México aprobara en apretada votación, el 30 de enero de 1868 la creación de la nueva entidad”.

Posteriormente, cita el cronista de Hidalgo que además hubo una tercera etapa, y se trató de “una lluvia de comunicados remitidos al Congreso de la Unión en los que se solicita apresurar el proceso, o bien considerar provisionalmente erigido al nuevo estado”.

Los documentos, añade este destacado historiador, fueron suscritos por los ayuntamientos de: “Actopan, Alfafayucan, El Arenal, Acaxochitlán, El Cardonal, Mixquiahuala, Ixcuincuitlapilco, Izmiquilpan, San Salvador, Santiago Tlachichilco, La Misión de Cerro Prieto, Mineral del Monte, Pachuca, Tulancingo, Singuilucan, Metepec, Huascazaloya, Tula, Chapantongo, Zempoala, Atitalaquia, Tlaxcoapan, Tezontepec de Aldama, Tetepango, Tepetitlán, Jacala, Pacula, Zimapán, Tasquillo, Tutotepec, Tenango, Huejutla, Zacualtipan, Xochicoatlán, Molango y Omitlán”.

Agrega: “Finalmente, para cumplir con lo establecido en el artículo 72 de la Constitución de 1857 en relación con la creación de nuevas entidades, hubieron de esperarse las respuestas favorables de la mayoría de las Legislaturas de los estados de la República lo que se concluye al recibirse la del Estado de Oaxaca el 24 de noviembre de ese mismo año”.

Tras acalorada discusión, puntualiza el escritor, en el seno del Congreso de la Unión donde la participación de Manuel Fernando Soto es crucial en la sesión del 15 de enero de 1869, se aprueba el decreto que crea a la nueva entidad, mismo que fue promulgado al día siguiente.

Benito Juárez, Manuel F. Soto, Juan C. Doria y Antonio Tagle, a quienes se debe la creación del Estado de Hidalgo. Mural de Roberto Cueva del Río, ubicado en la Escuela de Artes de Pachuca

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La niña de los fósforos

Publicada en 1845, “La pequeña cerillera”, ha logrado perpetuarse en el gusto de la niñez y también en los adultos. Y a 177 años de haber salido a la luz, es uno de los clásicos de la literatura universal.
En esta ocasión, en la sección “Tulancingo Lector” hablaremos de esta importante obra bibliográfica, considerada, una de las favoritas de esta época del año.
Aunque el final es verdaderamente triste, la historia nos muestra la importancia de la solidaridad y de siempre, ayudar al otro.
También conocido como La cerillera o La niña de los fósforos, este cuento de Hans Christian Andersen, conmueve en cada uno de sus párrafos.
Con el paso de los años, ha sido llevado a la pantalla grande, por numerosos cineastas, igualmente con éxito.
Compartimos solo algunos fragmentos de “La pequeña vendedora de fósforos” o “La Nochebuena de Anita” (igualmente así llamado el libro); queremos que lean este bellísimo ejemplar que se encuentra en las bibliotecas de Tulancingo.
“Hacía un frío terrible. Nevaba y empezaba a caer la noche; la última noche del año, la víspera de Año Nuevo. En medio de tanto frío y de tanta oscuridad, deambulaba por las calles una niña muy pobre, la cabeza descubierta y los pies descalzos; cierto es que al salir de casa llevaba unos pantuflos puestos, pero ¡de bien poco habían servido! Eran tan enormes que la última en llevarlos había sido su madre, y la pequeña los había perdido al cruzar la calle al paso de dos carruajes que iban a galope tendido. De uno de los pantuflos no se volvió a saber más y el otro se lo llevó un chiquillo diciendo que le serviría de cuna para sus hijos cuando los tuviera.
Ahora la niña iba descalza y con los piececitos amoratados de frío. En un viejo delantal llevaba unos cuantos fósforos y sostenía también un puñado en una mano. Nadie le había comprado nada en todo el día. Nadie le había dado una triste moneda. Caminaba hambrienta, aterida de frío, y ¡con un aire tan abatido! Los copos de nieve iban cayéndole sobre los largos cabellos rubios, que por detrás se rizaban en hermosos tirabuzones; aunque ella no reparaba en tales adornos. Todas las ventanas estaban iluminadas y hasta las calles llegaba un aroma delicioso a ganso asado. Claro, era la víspera de Año Nuevo, pensó…”
La forma en que escribe el danés Hans Christian Andersen, es magistral; es uno de los más famosos literatos reconocidos por sus cuentos para niños, entre ellos destacan: El patito feo, La sirenita, La reina de las nieves, entre otros.
Leer en familia no solo este libro sino muchos otros con los que contamos en las 8 estanterías, es la invitación que realizamos desde la Jefatura de Bibliotecas de Tulancingo.
Seguimos fomentando la lectura

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“Zapata y la Revolución” de la autoría de John Womack Jr.

Terminamos el mes de noviembre con una joya literaria con una gran narrativa: “Zapata y la Revolución” del autor John Womack Jr. de la Editorial Siglo XXI, América Nuestra.
En esta edición 12 de Tulancingo Lector, hablaremos del escritor quien es Doctor en Historia por la Universidad de Harvard, explora en este estudio el papel del también conocido como “El Caudillo del Sur”.
Además, analiza a los campesinos de Morelos en la lucha por hacer efectivos los ideales agrarios en la Revolución, esto, durante el momento más crítico, es decir: la primera década.
Para 1910, al estallar la revuelta, los campesinos de Morelos fueron casi los únicos del país que se sumaron deliberadamente al levantamiento.
Aún después del asesinato de Zapata, su movimiento se sostuvo, cita el autor en esta importante obra que se encuentra en las Bibliotecas de Tulancingo.
Son 11 capítulos y un epílogo además de los apéndices y la nota bibliográfica, así como un índice analítico; es un ejemplar de 429 páginas.
Destacan capítulos como: El Presidente Díaz elige a un gobernador, Los progresos de los hacendarios, Los pueblos y rancherías se suman a Madero, El ejército entra en campaña, Refugiados que ganan una guerra, Los campesinos desconociendo a los constitucionalistas, Los pueblos claman revolución, entre otros.
El epílogo llama la atención porque se titula: “Un pueblo conserva su fe” y en este apartado comenta John Womack, que los títulos de tierras que el tío de Zapata le entregó a éste en septiembre de 1909 eran “documentos casi sagrados”
Refiere: “para acercarme a mi argumento, necesito aclarar algunos puntos preliminares acerca de aquel libro ya viejo, Zapata y la Revolución Mexicana (1969). En primer lugar, cuando estaba haciendo mi tesis doctoral en 1963, planeaba inicialmente emprender una historia acerca del (mal) llamado “Ejército zapatista” de 1911-1920”
Agrega: “Anenecuilco convirtió a Emiliano Zapata en su calpuleque. Pero ni histórica, cultural, sociológica, política o militarmente, con todo lo que he aprendido de la historiografía sobre la Revolución del Sur durante los últimos cuarentaitantos años, puedo ver que este título se ajuste a la razón del general en jefe del Ejército Libertador del Sur. Creo, entonces, que también se equivocaron el gran nahuatólogo León-Portilla y el temerario, brillante, admirable y tan extrañado Bonfil.9 (Dejemos de lado a los románticos, fueran estructuralistas o tipologistas, Paz, Gruzinski…)
Continúa: “Si viviera lo suficiente para acabar todo el nuevo trabajo que tengo por delante (lo dudo) y regresara, no a reescribir aquel viejo libro, algo inconcebible para mí ahora, sino a estudiar las cuestiones “zapatistas” tal y como se me presentan ahora, incluido el papel de la Revolución del Sur dentro de la Revolución mexicana…”
Sin duda, recomendable la lectura de este escritor especializado en historia de México, sobre todo, en los tópicos de la Revolución y de Zapata.
Les invitamos a consultar esta obra en las Bibliotecas de Tulancingo, son parte del acervo de los poco más de 42 mil ejemplares.

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Felipe Ángeles en la Revolución

En esta entrega número 11 de Tulancingo Lector hablaremos sobre el libro “Felipe Ángeles en la Revolución”, extensa biografía de este importante hidalguense, escrita por Federico Cervantes.
El autor habla de quién fue Felipe Ángeles. Por ejemplo, que en las aulas del Colegio Militar se desempeñó como maestro de Matemáticas.
En cada uno de sus 23 capítulos en poco más de 500 páginas, se puede conocer de fondo a Felipe Ángeles quien nació en Zacualtipán el 13 de junio de 1868 (falleció el 26 de noviembre de 1919); su niñez la pasó entre Huejutla y Molango y su papá fue jefe político durante dos ocasiones.
El autor cita que uno de sus mejores mentores fue el profesor Arcadio Castro quien descubrió en ese joven llamado Felipe Ángeles “una clara inteligencia, de hecho alternaba sus horas de escuela con largas excursiones que realizaba por los pintorescos alrededores de su pueblo”
De niño, fue enviado al Instituto Literario de Pachuca, y para 1883 al Colegio Militar de Chapultepec.
Cuando inició la Revolución de 1910, Felipe Ángeles había solicitado regresar al país “para compartir la amargura común” pero su demanda fue mal recibida, así que en contestación al oficio que él giró, se le manifestó que “no hay nada de cierto en lo que la prensa de Francia publica; el país está tranquilo y si desgraciadamente ocurre algo se le llamará a usted como lo desea”.
Francisco I. Madero, siendo presidente, conoció a Ángeles por referencias y fue llamado de Europa a fines de 1911; arribó a México procedente de Francia, el 19 de enero de 1912; tomó posesión como director del Colegio Militar de Chapultepec, puesto que le asignó el presidente Madero y el 2 de junio de este año de 1912, Felipe Ángeles fue ascendido a General Brigadier.
Se le conoce por ser el estratega de la División del Norte y se le ha asignado el título de: “El gran artillero”
En 1941, al cumplirse el XXII aniversario de su muerte, fue nombrado “Hijo del Estado de Hidalgo”.
¿Por qué temerle a la muerte, si no le temo a la vida?, una de las frases que distinguieron a este hombre leal a Madero.
Federico Cervantes no ha sido el único que ha escrito sobre Ángeles, pues también lo hizo Nellie Campobello en su obra “Cartucho” donde describe el Consejo de Guerra que se dio a Felipes Ángeles, en tanto que Elena Garro narró los últimos momentos de la vida del General antes de morir fusilado.
“Felipe Ángeles en la Revolución” se encuentra en los estantes de las bibliotecas de Tulancingo y es una obra referente, sin duda, para conocer a este hidalguense que fue gobernador de Coahuila y de Nuevo León y quien participara en la Revolución Mexicana, en la Decena Trágica y en varias batallas como la de Torreón, Celaya, Zacatecas, entre otras.

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Biografía del Poder, de Enrique Krauze

En esta entrega de Tulancingo Lector, hablaremos de la colección “Biografía del Poder” editada por el Fondo de Cultura Económica, cuya narrativa es del reconocido historiador Enrique Krauze quien nos da a conocer un amplio recorrido a través de varios personajes de la historia de México, específicamente de la etapa de la Revolución Mexicana.
El compendio sobre Porfirio Díaz, lo titula “Místico de la autoridad”; el de Francisco I. Madero, “Místico de la libertad”; el de Emiliano Zapata, “El amor a la tierra”; mientras que el de Francisco Villa, “Entre el ángel y el fierro; y el de Venustiano Carranza, “Puente entre siglos”; aunado al de Álvaro Obregón, “El vértigo de la victoria”, Plutarco Elías Calles, “Reformar desde el origen” …
En el volumen “El místico de la autoridad”, el investigador puntualiza sobre el vínculo entre Juárez y Díaz, de cómo era don Porfirio, así como de su largo exilio, entre otros temas. En el número de Francisco I. Madero, Krauze aborda tópicos como: La aurora espirita, Los hechos del apóstol, La revolución de Arjuna, La derrota en la victoria, El gobierno democrático y El martirio. Y sobre Emiliano Zapata, cuatro ciclos de resistencia, aunado a la memoria del charro; revoluciones van, revoluciones vendrán…
De forma magistral, Krauze cita en esta colección “Biografía del poder” a Francisco Villa como el redentor, el centauro fílmico, el reformador social, además de sus derrotas militares. En tanto que, sobre Venustiano Carranza, podemos leer sobre la nueva Constitución, el nuevo Estado, entre otros temas.
En el libro sobre Álvaro Obregón cita capítulos como: fuegos fatuos, la empresa militar, póquer a muerte, de presidente a agricultor. Y sobre Plutarco Elías Calles podemos conocer en la letra del investigador, -Doctor en Historia por El Colegio de México-, al general y la fase constructiva, así como el conflicto religioso, el México brincó, la gran reforma política y el jefe máximo.
La serie constituida por ocho tomos, nos muestra a detalle, mediante un recorrido por la vida de los caudillos de la Revolución Mexicana, -y que, por cierto, fue llevada a la televisión en el año de 1999 por editorial Clío-, la rebelión y la lucha, además de los logros trascendentales que contribuyeron a edificar al país. Esta obra clásica cierra con Lázaro Cárdenas.
“La Revolución mexicana tiene aún un prestigio mítico, un aura religiosa. El pasado no ha pasado; entenderlo es la única manera de superarlo” – Enrique Krauze.
La colección se encuentra en las bibliotecas de Tulancingo, con una investigación iconográfica de Aurelio de los Reyes; en varias páginas podemos encontrar la historia de nuestro país con la participación de estos hombres que dejaron huella; la colección fue editada en su primera edición en 1987.

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Libros sobre historia, personajes e impacto de la Revolución Mexicana

En esta entrega de Tulancingo Lector queremos comentarle que en el marco de este mes en el que se celebra la Revolución Mexicana, abordaremos algunos libros que hablan sobre este importante movimiento en nuestro país.

Mujeres y hombres han escrito sobre esta etapa que inició en 1910 y que de acuerdo con investigadores comprende tres fases: Destacan la renuncia y posterior exilio del presidente Porfirio Díaz, el Gobierno de Madero, la rebelión de Victoriano Huerta y posteriormente su derrocamiento además del establecimiento del Gobierno de Venustiano Carranza. También sobre la creación de la Constitución de 1917 así como de las muertes de Pancho Villa, Emiliano Zapata y Obregón e incluso del periodo conocido como Maximato.

Éstos son algunos de los tópicos que se encuentran como parte del gran acervo bibliográfico que poseemos en las ocho bibliotecas de Tulancingo y que están disponibles para todos quienes gusten de la historia sobre México, en obras como:

  • “La ideología de la Revolución Mexicana” de Arnaldo Córdova, autor cuyo legado se puede calificar de reflexivo. Un gran estudioso de las condiciones sociales y del poder político en México. Córdova es calificado como uno de los más grandes pensadores mexicanos.
  • “A la sombra de la Revolución Mexicana” de Héctor Aguilar Camín y Lorenzo Meyer, quienes emprenden una búsqueda cuidadosa de la historia de este país. Inicia el libro con la caída de Porfirio Díaz en 1910 y termina con las elecciones de julio de 1988.
  • “Zapata y la Revolución Mexicana” de John Womack Jr., autor que nos da un gran relato sobre una de las figuras más icónicas de la Revolución.
  • “La Revolución Mexicana” de Jean Meyer, plasma dos campos trascendentes, de tipo histórico y social; nos muestra a los actores y las diversas etapas de la lucha armada iniciada en México durante 1910 y las secuelas que tuvo este movimiento que rebasó fronteras.
  • “Colección Especial” sobre la Revolución de la autoría de Enrique Krauze que además de este acervo que retrata el hecho histórico incluye documentales.

Así como éstos ejemplos, existen otros muchos títulos en las ocho estanterías y de los que iremos platicando en un especial sobre la Revolución Mexicana, ya sea en podcast e infografías, y a través de esta sección Tulancingo Lector de esta Jefatura de Bibliotecas, donde seguimos avanzando en el fomento a la lectura.

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El laberinto de la soledad | Capítulo “Todos Santos, Día de Muertos”

El culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte. Ambas son inseparables. Una civilización que niega a la muerte acaba por negar a la vida.
(Octavio Paz, “Todos Santos Día de Muertos”, El laberinto de la soledad, 1950).

En esta entrega de Tulancingo Lector poco diremos, pues dejaremos que el autor sea quien hable sí, a través de su obra, en algunos fragmentos de “El laberinto de la soledad”, escrito por el Premio Nobel de la Literatura, Octavio Paz, capítulo “Todos Santos, Día de Muertos”.

Dejó entre su legado de letras que: “La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida”.

«El mexicano no solamente se postula la intranscendencia del morir, sino del vivir. Nuestras canciones, refranes, fiestas y reflexiones populares manifiestan de una manera inequívoca que la muerte no nos asusta porque “la vida nos ha curado de espantos”.

“Pero a diferencia de lo que ocurre en otras sociedades, la fiesta mexicana no es nada más un regreso a un estado original de indiferenciación y libertad; el mexicano no intenta regresar, sino salir de sí mismo, sobrepasarse. Entre nosotros la fiesta es una explosión, un estallido. Muerte y vida, júbilo y lamento, canto y aullido se alían en nuestros festejos, no para recrearse o reconocerse, sino para entredevorarse. No hay nada más alegre que una fiesta mexicana, pero también no hay nada más triste. La noche de fiesta es también noche de duelo”.

Y agrega en este ensayo: …Calaveras de azúcar o de papel de China, esqueletos coloridos de fuegos artificiales, nuestras representaciones populares son siempre burla de la vida, afirmación de la nadería e insignificancia de la humana existencia. Adornamos nuestras casas con cráneos, comemos el día de los Difuntos panes que fingen huesos y nos divierten canciones y chascarrillos en los que ríe la muerte pelona, pero toda esa fanfarronada familiaridad no nos dispensa de la pregunta que todos nos hacemos: ¿qué es la muerte? No hemos inventado una nueva respuesta. Y cada vez que nos la preguntamos, nos encogemos de hombros: ¿qué me importa la muerte, si no me importa la vida?

Nacer y morir son experiencias de soledad. Nacemos solos y morimos solos. Nada tan grave como esa primera inmersión en la soledad que es el nacer, si no es esa otra caída en lo desconocido que es el morir. Y Octavio Paz agrega: “Nuestras vidas son un diario aprendizaje de la muerte. Más que a vivir se nos enseña a morir. Y se nos enseña mal”

Las peculiaridades en nuestro país en la letra de Octavio Paz son la fiesta y la presencia de la muerte. México es un pueblo ritual, y prueba de ello cuando cita a la muerte la cual está presente en las celebraciones como la del 2 de noviembre, por cierto Patrimonio de la Humanidad.

Les invitamos a leer a este importante autor, cuya obra no sólo se centra en El laberinto de la soledad, título disponible en las Bibliotecas de Tulancingo, sino tiene muchas más.

Sin duda, en esta época del año, es recomendable para comprender la cosmovisión del poeta cuando dice que la muerte ilumina nuestras vidas y que cualquier culto a la vida, si es verdaderamente profundo, es también un culto a la muerte. Una civilización que niega a la muerte acaba por negar a la vida.

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