Es bien sabido que México es una nación que posee enormes riquezas materiales, ecológicas, ambientales y culturales; dentro de éstas últimas se destaca: la lingüística y étnica que intenta sobrevivir a los grandes cambios de la tecnología y del mundo actual.
En Hidalgo persisten, al menos tres lenguas originarias: otomí, náhuatl y tepehua, que se adaptan a las particularidades de las zonas y comunidades donde se hablan.
Desde 1999 la UNESCO proclamó el 21 de febrero como Día Internacional de la Lengua Materna, con el objetivo de promover el multilingüismo y la diversidad cultural. Y en esta edición número 20 de Tulancingo Lector, hablaremos de esta fecha tan importante.
El citado organismo internacional ha promovido el rescate y valorización de las lenguas maternas, es decir son con las que tenemos el primer contacto, reflejo de aquella primera escucha y transmisión de valores y formas de ver el mundo.
Según la UNESCO la educación basada en la lengua materna, que también es la primera lengua, debe empezar en los primeros años de escolaridad, ya que la atención y la educación de la primera infancia son la base del aprendizaje posterior, por tanto, entre más vinculada esté a los entornos familiares y comunitarios permite una mejor comprensión del entorno y la sociedad.
El bilingüismo ayuda a que las personas puedan amplificar su reflexión sobre el mundo que les rodea y al cual pertenecen.
En el territorio hidalguense, es posible ubicar las tres regiones donde se encuentran la mayor cantidad de personas que hablan una lengua originaria; en el Valle del Mezquital, los grupos de otomíes, o hñähñu; en la Huasteca es posible localizar la mayoría de población nahua y finalmente en la conocida como región otomí-tepehua o sierra de Tenango grupos de mayoría otomí y una minoría tepehua (Báez Cubero, y otros, 2012).
Cada una de las regiones presenta características únicas que hacen de sus habitantes verdaderos resistentes y resilientes, ya sea por las condiciones geográficas, naturales o sociales que presentan dificultades y retos para la sobrevivencia y mantenimiento de sus costumbres y tradiciones.
Una de las tradiciones más comunes entre los indígenas de Hidalgo es la celebración de Carnavales, los cuales son verdaderas fiestas y manifestaciones tanto de música como de reflexiones sobre la concepción y cosmovisión del mundo que los rodea.
Cuando un idioma se enfrenta a la extinción, se ve como una gran pérdida de la diversidad cultural de un grupo humano. En este proceso de desaparición se pierden, lamentablemente, también, tradiciones, recuerdos, formas de pensamiento y expresión únicas; y todas son recursos valiosos y necesarios para lograr un mundo más tolerante y diverso.
En la Biblioteca Javier Rojo Gómez de la comunidad Indigena de Santa Ana Hueytlalpan, contamos con libros que hablan acerca de las lenguas de nuestro estado de Hidalgo como: Los pueblos indígenas de Hidalgo Atlas Etnográfico, ejemplar que ofrece 22 capítulos donde nos da un panorama amplio de lo que son las tradiciones culturales indígenas más relevantes y representativas que se manifiestan en la vida cotidiana, en el trabajo en el campo, en su vida ritual, en sus saberes del mundo y en sus mitos, incluso trascendiendo las fronteras nacionales, porque la migración se ha convertido, para algunas sociedades, en actividad común.
La entidad, al ubicarse al oriente del centro del país y colindar con San Luis Potosí, Veracruz, Tlaxcala, Estado de México y Querétaro comparte elementos culturales, lo que hace que ofrezca un mosaico de diversidad.
Los invitamos a conocer el acervo bibliográfico que tenemos en las ocho estanterías de Tulancingo, entre ellos El Principito que fue escrito en lengua náhuatl y otomí.
Bibliografía
Los pueblos indígenas de Hidalgo: Atlas etnográfico. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, Gobierno del Estado de Hidalgo: Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo.